Día 1: Barcelona - Los Angeles
13 horas de vuelo desde Madrid. Toda una prueba de fuego para mi, porque lo de volar no es lo mío, pero me estaré haciendo mayor (seguro!) y lo estaré superando porque el vuelo fue muy tranquilo, muy pesado y largo sí, pero sin rastro de ansiedad.
Volamos directos a Los Angeles desde Madrid con Iberia y así ahorrarnos los tránsitos en EEUU, y de un tirón, todo listo.
No hubo manera de dormir en el avión, hubo tiempo para leer, ver una película o dos, escucha música, estudiar inglés, repasar la rutas, aburrirnos, intentar dormir, volver a intentarlo... y así un montón de horas, por lo que llegamos muy cansados a Los Angeles con hora local: 16:30 h.
Volamos directos a Los Angeles desde Madrid con Iberia y así ahorrarnos los tránsitos en EEUU, y de un tirón, todo listo.
No hubo manera de dormir en el avión, hubo tiempo para leer, ver una película o dos, escucha música, estudiar inglés, repasar la rutas, aburrirnos, intentar dormir, volver a intentarlo... y así un montón de horas, por lo que llegamos muy cansados a Los Angeles con hora local: 16:30 h.
Recorrer la cola de inmigración en el aeropuerto es armarse de paciencia y no desesperar, y así pasó 1 hora más. Después del fichaje pertinente con escaneo de mano completa y foto para el álbum familiar USA rezamos para que las maletas estuvieran esperándonos en la cinta. Hubo suerte. Ahí estaban. Bien! Primera prueba superada!
La segunda prueba sería localizar la oficina de Avis para la recogida del coche. Salimos del inmenso Aeropuerto y nos subimos a un autobús con la etiqueta de Avis, y volvimos a rezar para que nos llevara a la oficina correcta, ya que no lo teníamos muy claro. Hubo suerte también esta vez. Y aunque la recogida del coche tardó más de lo habitual y no entendíamos (con nuestro inglés de andar por casa) demasiado bien el porqué, mientras esperábamos casualmente pudimos escuchar en la radio de la oficina la canción "Hotel California" de Eagles, muy apropiada para ir ambientándonos al lugar. Finalmente después de casi 1 hora de espera y trámites diversos nos entregaron el coche. Bien! Segunda prueba superada!
No quisimos contratar el Road Safe, sólo cogimos el seguro básico incluido y esperamos no tener contratiempos inesperados en ruta.
La tercera prueba sería llegar hasta el hotel en Santa Mónica y nuestra primera toma de contacto con las super-autopistas que rodean Los Angeles.
Ya desde el avión, al ir acercándonos al aeropuerto se veía una extensión inmensa de casas desparramadas durante kilómetros y kilómetros. Hileras continuas de casas que parecía no tener fin. Minutos y minutos viendo las cuadrículas de las calles e infinidad de casitas bajas, una tras otra. No había visto nunca nada igual, increíble! Por algo la zona metropolitana de Los Angeles tiene una población de unos 20 millones de personas!
Ahora ya en tierra, era el momento de probar la app de GPS, Sygic, en el móvil y con la dirección del hotel en Santa Mónica, nos adentramos en el laberinto de calles, carreteras y autopistas. El trayecto hasta el hotel era de unos 20 km y durante todo el camino tuvimos la sensación de estar en el extra-radio de una ciudad, y esa sensación se mantendría en todo momento en Los Angeles, excepto en el Downtown. Las calles anchas, las casas bajas y la ausencia de un centro definido provocan esa sensación. No asimilas que estas en una gran ciudad, sólo parece que en cualquier momento vas a llegar a ella, pero sin llegar nunca.
El Sygic nos llevó perfectamente y sin contratiempos hasta el hotel, al ladito de la playa y, por fin, 3 horas después de haber aterrizado llegamos al hotel en Santa Mónica, justo delante del paseo y muy cerquita del muelle. La ubicación era perfecta, porque un paseo por la playa y por el muelle viendo atardecer pensamos que era la mejor manera de acabar ese día tan largo y, justamente por eso, buscamos el hotel en la playa, para relajarnos, para regalarnos la vista y para empezar de la mejor manera posible esta aventura por el Oeste.
Echamos un vistazo desde lo lejos a las casetas de los vigilantes de la playa y tuvimos la sensación de haber estado ya allí.
Después de dejar las maletas en el hotel, paseamos viendo atardecer hasta el Pier de Santa Mónica, un paseo relajante y agradecido después de tantas horas sentado, y un regalo para los sentidos.
En el Pier de Santa Mónica se encuentran las atracciones y un gran número de restaurantes y comida rápida y aprovecharíamos para cenar allí.
Decidimos cenar en el Bubba Gump, el restaurante de la película Forrest Gump famoso por sus gambas. Evidentemente probamos las gambas, unas con spaguetti y otras picantes con arroz. La verdad, muy rico todo.
Pero el cansancio ya hacía mella en nosotros y a las 9 y media estábamos muertos después de este día tan largo e intenso. Con el cambio horario representaban las 6 y media de la mañana, así que nos fuimos a descansar al hotel y nos dormimos sin esfuerzo nada más caer en la cama.
Estábamos en L.A.!
Estábamos en L.A.!
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